Yo también te soñé en la vigilia un sucedido.
Sucedió que tus manos eran hojas, hojas blancas de árboles inmensos que se escribían solas; mientras el viento de septiembre te atravesaba como a la tela de una sábana blanca secándose al sol las historias que te pasaban se iban quedando, y en el dorso de tus hojas se iban escribiendo con la sombra gris de las nervaduras. Eras un árbol inmenso y antiguo y sabio lleno de palabras, de palabras irremediablemente destinadas a caer y ser suelo, abono de mis pies que ya eran, recién ahí lo supe, raíces de un naranjo muy verde y muy naranja y muy abierto de brazos al sol de las cuatro y media.
jueves, 8 de octubre de 2009
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4 comentarios:
alegríaaaaa, alegría!!!!!!!
abrazos en el bosque.
pero que belleza!
la primera vez que leo por acá... me gustó mucho... " Yo tambien soñé en la vigilia".
La casualidad me trajo hasta aquí, por un instante, solo por un instante... pero hay palabras, algo en la prosa ("de cosa nueva" o eterna) que me dice que deje señas, migas de pan, para volver con más calma.
Saludos de este lado.-
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